El acné es un problema al que muchas personas se enfrentan a lo largo de su vida.

Se trata de una enfermedad que afecta a las glándulas sebáceas, que están conectadas con los poros de nuestra piel a través del folículo, y es a través de éste por donde se transportan las células muertas hasta llegar a la piel. Si el folículo se obstruye por completo, surgen los famosos granos.

Las zonas más propensas de aparición del acné es la cara, el cuello, los hombros, el pecho y la espalda.

Este tipo de problemas deben ser tratados por los dermatólogos, ya que nos ayudaran a acabar con el acné, evitar que aparezcan y sobre todo a eliminar las posibles cicatrices que puedan perdurar en nuestra piel.

No obstante, nosotras desde casa podemos colaborar en su tratamiento con remedios caseros que nos pueden permitir mejorar la situación en cierta medida.

Podemos optar por un ungüento a base de cebolla, un recurso que cualquiera de nosotras podemos encontrar en nuestra cocina.

Los pasos para su preparación son los siguientes:

  • Poner en un recipiente varias hojas/capas de una cebolla a hervir en agua (aproximadamente 1 litro)
  • Una vez hirviendo, bajamos el fuego y dejamos repasar en torno a un cuarto de hora.
  • Con esta agua que optenemos, realizamos un ungüento mediante arcilla, el zumo de un limón y un par de cucharadas de sal.

Una vez la mezcla está homogénea, procedemos a aplicarla sobre la zona afectada hasta que seque (este procedimiento es el mismo que seguimos cuando aplicamos sobre nuestro rostro cualquier tipo de mascarilla).

Una vez está seca, debemos eliminar el producto con agua tibia.

Además de este ungüento, entre otras medidas, debemos de cuidar en gran medida la limpieza de la piel (lavando la zona un par de veces al día con un jabón suave a poder ser específico para el acné) y cuidar la alimentación.