¿Todo vale para lograr tu sueño?

Eso debió pensar Mireia Lalaguna Royo, la representante española en la edición número 65 del certamen de belleza Miss Mundo el pasado 19 de diciembre de 2015 celebrado en Sanya (China).

Al menos eso ha confesado la barcelonesa de 23 años y estudiante de Farmacia en la Universidad de Copenhague (Dinamarca) ,tras su reciente paso por el programa conducido por Pablo Motos “El hormiguero”.

Según ella misma declara, ha ganado por su personalidad y no por su físico pero tras su confesión, sus palabras quedan en cierto entredicho.

Hasta ahora poco se sabía de la modelo de Sant Feliu de Llobregat, pero su belleza bien le ha servido para conquistar también un año atrás, en 2014, el título de Miss Atlántico Internacional.

La belleza de la recién coronada nadie la niega, 1,78 m de estatura, rubia, elegante de forma innata, de piernas infinitas y ojos de un azul que hace juego con los brillantes de la corona y el impresionante vestido de encajes y pedrería que lucía aquella noche.

Sin embargo, el cómo se ha alzado con el título quizás no resulte del todo loable.

Al parecer, todas las concursantes deben mostrar un vídeo a la organización donde muestren una de sus mayores habilidades. En este caso, Mireia en su vídeo aparece tocando el piano. Según sus propias declaraciones se trata de un burdo montaje, dado que la modelo no posee tal habilidad. Menos mal que no tuvo que demostrar su destreza al piano ya que probablemente le hubieran sacado los colores en el intento.

La modelo ha declarado en el programa: “Hice trampas, pero bueno, la corona ya la tengo”.

Ahora bien, habrá que preguntar qué opinan sus contrincantes, sobretodo las finalistas, Sofía Nikitchuk, representante rusa de 22 años y María Harfanti que participaba por Indonesia y que han conseguido el segundo y tercer lugar en el certamen respectivamente. También sería interesante saber cómo se siente la sudafricana Rolene Strauss, su predecesora, quien precisamente entregó la corona a la española entre lágrimas.

A buen seguro, si las concursantes no han hecho lo mismo que la ganadora, se sentirán como mínimo cabreadas y es posible que alguna de ellas valore emprender algún tipo de acción para impugnar su título.

Todo vale por la corona. Todo vale por un año de viajes, nuevas experiencias, nuevos círculos sociales y reconocimiento internacional, pero quizás una conciencia tranquila vale más.